viernes, octubre 13, 2006

EL REGRESO (Capitulo final)

Conforme abría la puerta del sótano este se iluminaba tenuemente, bajó las escaleras, se situó en el centro de la habitación y llamó a Amalia.

- ¿Sigues aquí?-dijo Javier.
- Sí, aquí estoy. ¿Dónde andabas?, llevo rato esperando a que me ayudes.
- He estado buscando información sobre ti y tus padres-dijo Javier.
- ¿Sabes quién soy?¿dónde están mis padres?-dijo ella.
- Te llamas Amalia, Amalia Pérez. Tus padres viven en otro lugar diferente a la casa roja de Neftis.

En ese momento Amalia comenzó a sentirse perturbada, lo único de lo que estaba segura era del nombre de la casa en la que supuestamente vivía con sus padres, y eso había cambiado. Estaba perdida, más aún que cuando pidió ayuda. Javier comenzó a contarle todo lo que había averiguado, lo del hombre de la agencia, lo del Jardín de Postdam, todo sobre su familia.
Amalia comenzó a entender que estaba encerrada en su último recuerdo, en esa casa donde iba a ir a vivir con sus padres, de pronto se sintió triste, muy triste, se dio cuenta que estaba sola, esa no era su casa, nunca la había sido, sus padres no estaban, era una intrusa y se sintió mal, muy mal.
Javier intentó consolarla mientras se dirigía a una esquina de la habitación, se sentía sola, perdida en ese sótano del cual no podía salir porque no sabía dónde ir.

- No te preocupes-dijo Javier.
- ¿Cómo no estarlo?,si no sé dónde ir, si no sé dónde están mis padres nunca podré irme de aquí-dijo Amalia.
- Queda poco para saber de tu vida, de tus padres, pronto podrás solucionar todo aquello que hace que aún estás en este mundo-dijo Javier.

Javier le cogió de la mano mientras la miraba a la cara, sabía que quedaba poco para que todo terminase, muy poco. La sacó del sótano mientras tiraba suavemente de su brazo, ella tenía miedo, no sabía que estaba pasando. La luz de la ventana de la cocina la cegó durante unos instantes, cuando comenzó a recuperar la vista su mente no alcanzaba a reconocer nada de lo que le rodeaba, lo cual era normal ya que ella nunca había llegado a vivir allí. Comenzó a mirar desesperadamente todo a su alrededor, muebles, comida, suelos y de pronto lo vio, vio una fotografía en un marco de madera colocado sobre la chimenea, eran personas a las que no reconocía, se acerco asustada y lo vio, allí estaba Javier junto a sus padres, todo estaba rodeado de ellas, no había nada que dijese o le hiciese ver que esa era su casa.
En ese momento sonó el teléfono:

- Diga- dijo Javier.
- Hola!, soy Simón y te llamo para contarte lo que he descubierto.
- Dime-dijo Javier.
- He localizado a los amigos de tus padres, los señores Pérez, son los cuidadores del Jardín del que me habías hablado.
- Muchas gracias Simón-dijo Javier.
- Adiós-dijo Simón.
- Adiós-dijo Javier.

Javier sentó a Amalia en el sofá, e intentó explicarle todo lo que había pasado, que ella ya no era ella, que sus padres se habían marchado hacía tiempo a otra ciudad y que ella si quería ver a sus padres tenía que aceptar todo lo que había sucedido.
Amalia seguía aturdida, no entendía nada, absolutamente nada, ¿cómo iba a estar muerta si estaba sentada en el sofá con Javier?.
Por fin lo comprendió, comenzó a acordarse de lo que le había sucedido, comenzó a recordar sus últimas horas en la ciudad donde había nacido, comenzó a sentirse mejor, mucho mejor.
Se despidió de Javier tras entender que ese no era su hogar, que ella no pertenecía a ese mundo.
Comenzó a alejarse, a desaparecer, de pronto un resplandor cegó a Javier mientras Amalia desaparecía, era su madre que había encendido la luz de la habitación para despertarlo porque se había quedado dormido e iba a llegar tarde al instituto.

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